4. REUNIÓN CON LOS EMBAJADORES DACIOS EN EL AULA REGIA EN ROMA.

Embajadores ante Trajano en la Columna Trajana, obra de Apolodoro de Damasco y colocada en el Foro Trajano en el año 113 d.C.
Ficha representativa del noble Diegis (¿hermano de Decébalo?), en el juego.

Reproduzco un pasaje de la novela Circo Máximo de Santiago Posteguillo:

«…Domus Flavia ( palacio imperial ) Roma. Abril de 101 d.C.

Diegis entró en aquella gran sala – Aula Regia la llamaban o eso le habían dicho – con la frente alta y el caminar decidido, pero midiendo no resultar innecesariamente provocador. No venía a pavonearse ni a insultar, sino a intentar persuadir a aquel nuevo emperador de que era mejor pagarles una cantidad de oro y plata todos los años que entrar en una nueva guerra con un pueblo firme, belicoso si era preciso y muy preparado para el combate;…«

Escena de la película rumana Los Dacios de 1966 del director Sergiu Nicolaescu

Reproduzco la descripción del personaje que hace Cristina Teruel en su novela Trajano de Hispania a Roma.

«…Entró con un séquito de barbudos vestidos de piel, botas hasta media pierna, tocados con esos gorros parecidos a los de los frigios, también de piel. Pero no tenían una presencia bárbara. Las barbas estaban bien recortadas, y los cabellos largos también. La piel de los abrigos estaba hábilmente tratada y transmitía una delicadeza poco frecuente con los adornos de castor, lobo o, en el caso de Diegis de visón. En las mangas destacaban en oro los símbolos de la casa real dacia, más laboriosos cuanta más nobleza ostentaba el individuo. Los cinturones estaban bellamente repujados, y todos los nobles, además de la espada, llevaban en el cinturón que ceñía los abrigos una daga, con un mango de marfil y adornos de oro variados, en una vaina pequeña de oro. Se notaban esas gotas de ascendencia griega-macedonia de los dacios, cuya lengua era una corrupción del griego a cargo de las lenguas bárbaras…»

Continuo con Posteguillo:

» El noble dacio se detuvo frente al César. No se arrodilló, pero si inclinó la cabeza y, ligeramente, la parte superior de su cuerpo a modo de leve reverencia.

Otra escena de la película en la que un Pileatus dacio o Taraboste habla al emperador romano
  • Te saludo, Marco Ulpio Trajano, emperador de Roma, y te transmito el saludo de mi rey, el gran Decébalo, rey de la Dacia. – El latín de Diegis seguía siendo claramente limitado, tanto en pronunciación como en vocabulario, pero era suficiente para comunicar un mensaje y para entender a un romano que le hablara con sencillez y de modo directo.

Trajano lo había visto entrar con arrojo al Aula Regia. Aquel embajador no era un cualquiera en su reino. Tenía la presencia de un hombre acostumbrado a dar muchas órdenes y a recibirlas, seguramente, tan sólo de su rey…

... – Yo te saludo también, noble Diegis de la Dacia, como saludo a tu rey Decébalo. ¿Hay algo en lo que Marco Ulpio Trajano, Caesar Imperator, pueda ayudarte?

Diegis frunció el ceño algo confundido. No esperaba que el embajador fuera a jugar a no saber a qué venía esa embajada…

  • Roma lleva dos años sin pagar las cantidades convenidas en el tratado acordado después de la guerra – replicó Diegis con contundencia medida, mirando con recelo a un lado y otro de la sala. Se sentía incómodo con tantos pretorianos a su alrededor.

... Trajano inspiraba aire con lentitud. El silencio se hizo pesado para todos.

  • No pagaremos más dinero a tu rey- respondió Trajano con una voz serena, tranquila, sin volumen adicional, solo siete palabras precisas.

Diegis dio entonces, inconscientemente, un pequeño paso hacia atrás…. La contestación había sido tan clara que había poco margen para negociar.

  • Entonces… – empezó Diegis, pero le costaba continuar, pronunciar lo que debía decir. Trajano lo interrumpió repitiendo e interrogando a la vez.
  • ¿Entonces…?

La pregunta del Cesar parecía sobrevolar el denso aire de la sala imperial.

  • Entonces nos veremos obligados a atacar- sentenció al fin Diegis, con cierto arrojo…
Escena de la película rumana Los dacios de de 1966 del director  Sergiu Nicolaescu

Trajano lo miró fijamente.

  • Ya habéis atacado- añadió Trajano. Varias veces- precisó.
  • Porque no pagais – se justificó Diegis.

  • No me importa qué fue primero, noble Diegis de la Dacia. Solo me importa que entendáis que Roma o pagará más a las tribus del norte del Danubio o del Rin o de donde sea que nos ataquen. Esa práctica se ha terminado
  • Entonces el ataque que os sobrevendrá será de una escala que no podréis contener- arguyó Diegis con resolución.

Trajano apretó los labios un instante…

Trajano se levantó entonces muy lentamente del trono. Descendió del mismo y avanzó hasta quedar apenas a un par de pasos de Diegis que, tal y como observaban los pretorianos seguía armado. Trajano se acercó a un paso. Diegis no se movió…

  • Yo también tengo un aviso, un consejo para tí noble Diegis de la Dacia, para tu rey Decébalo y para todos los dacios y todas las tribus que con frecuencia os apoyan en vuestros ataques y desafíos, un aviso para sármatas y roxolanos y bastarnos y tantos otros.- Y se acercó un lado del guerrero dacio, que permanecía firme mirando hacia adelante; Trajano le habló al oído, en voz baja, pero audible en el silencio absoluto del Aula regia – Yo de ti no cruzaría nunca más el Danubio, porque ningún dacio, guerrero, noble o rey que cruce ese rio un sola vez más volverá vivo a su patria. Incluso te diría algo más- y aquí se alejó de Diegis: porque os gusta tener una patria, ¿verdad?.

Marco Ulpio Trajano terminó de dar su vuelta en torno a Diegis y se encaminó de regreso al trono imperial de Roma para sentarse de nuevo en él …»

La maquinaria de la guerra en ambas potencias llevaban tiempo preparándose, la guerra era inminente.

Fuentes:

Circo máximo, novela de Santiago Posteguillo.

Trajano, de Hispania a Roma, novela de Cristina Teruel.

– Imágenes de la película rumana Los Dacios de 1966 del director  Sergiu Nicolaescu