11. LA CEREMONIA DE LA LUSTRATIO ANTES DE ENTRAR EN CAMPAÑA.

… [Eneas] sacrifica según la costumbre dos ovejas
y otros tantos cerdos y los mismos novillos de negro lomo,
y vino derramaba con las páteras y el alma invocaba
de Anquises el grande y sus Manes devueltos del Aqueronte…

(Virgilio, Eneida, V, versos 96-99).

El gran poeta latino nos describe, en estos versos, uno de los sacrificios de animales más tradicionales en los ritos propiciatorios de la Roma Antigua, el conocido como suovetaurilia, así denominado por la naturaleza de los animales inmolados: cerdos (sus en latín), ovejas o corderos (ovis en latín) y toros o bueyes (taurus en latín). La misma ceremonia es la que se representó, sobre piedra, en relieves tan conocidos como los que decoran el Ara Pacis augustea o la Columna Traiana.

Carta 5 que representa la ceremonia de la lustratio que efectuaban los ejércitos romanos antes de entrar en campaña.

La ceremonia de la Lustratio en la columna trajana.

Antes de salir de campaña o participar en un combate, los ejércitos romanos se purificaban mediante la ceremonia de la Lustratio, durante la cual se sacrificaban los souvetaurilia ( un cerdo, una oveja y un toro ). Los augures interpretaban las entrañas de los animales para conocer la voluntad de los dioses.

En esta escena de la columna trajana el ejército sale del campamento para participar en la ceremonia de la Lustratio. El victimarius lleva al toro por las riendas. Delante del campamento, precediendo la procesión de las tres victimas ( souvetaurilia ), tres bucinatores y un symphoniacus tocan melodías sagradas que acompañarán al sacrificio.

Los animales, por su parte, debían ser conducidos hasta el ara sacrificial de manera suave, nunca forzada, ya que si la cuerda que los arrastraba se tensaba (como sucede con una de las víctimas del lienzo), el hecho podía ser considerado como señal de mal augurio. Una vez ante el sacerdote, se vertía sobre su cabeza vino y una mezcla de harina, sal y agua, denominada mola salsa. Este acto, conocido como inmolare, pasó con posterioridad a designar al sacrificio propiamente dicho. Tras su muerte, que debía de ser rápida y limpia, se extraían sus órganos internos para ser ofrecidos a los dioses.

En el interior del campamento, Trajano, con el ropaje sacerdotal ( cintus gabinus ) que le cubre la cabeza se situa delante del altar. Cerca de él, el camillus sostiene el cofre de inciensa ( acerra ) para esparcir sobre el altar en llamas.

Fuentes:

Liturgias, rituales y protocolos en los actos solemnes relativos a la vida y la muerte en el ejército romano del alto imperio. Chantal Subirats Sorrosal. Tesis doctoral.

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