Estancia de Don Carlos en Inglaterra y su asombrosa huida.

En la entrega nº 2 dejamos a Don Carlos, su familia y su séquito en tierras inglesas  a la espera de su nuevo futuro. Si bien Inglaterra firmó el tratado de la Cuádruple Alianza en abril de 1834 no fue hasta agosto que firmó los artículos adicionales para el apoyo a la monarquía liberal española. Por tanto Don Carlos estaba protegido por el gobierno inglés pero confinado como en jaula de oro. Tenía libertad para moverse por el país bajo riguroso control y sin permiso de abandonarlo.

En esta entrega nos enteraremos de cómo se las ingenió para fugarse del país; hechos dignos de la mejor novela de acción y aventuras.

La obsesión de Carlos María Isidro de Borbón era llegar cuanto antes a Navarra donde le esperaba un ejército de fieles. En Portsmouth, donde se halla, entre otras curiosidades, el buque de guerra  HMS Victory (en el que murió Nelson durante la batalla de Trafalgar) buscó con ahínco la forma de pasar a España.

Puerto de Portsmouth en 1834

Don Carlos encarga al barón de los Valles los preparativos del viaje (lo más complicado fue conseguir los pasaportes; viajó a Londres y pudo obtenerlos ayudado por un banquero afecto a la causa real . Después de haber estado consultando qué tipo de pasaportes convendrían, decidieron por lo siguiente:  Don Carlos y su acompañante se harían pasar por dos colonos de la isla Trinidad1. Se optó por dicha isla porque fue territorio español y la mayoría de sus habitantes aun hablaba su idioma. De este modo no resultaría sospechoso que Don Carlos hablase en español durante la travesía.

En los pasaportes entregados aparecían estos nombres:

  • Alonso Saez (negociante) para Don Carlos
  • Tomás Saubot (hacendado) para el barón de los Valles.

Junto a esta documentación recabada, el barón recopiló periódicos y una amplia información sobre la isla de la Trinidad (como nombres de los principales habitantes) para salir airoso ante cualquier pregunta.

montaje de pasaporte real de mediados siglo XIX y de grabado con el rostro afeitado de Don Carlos.

En estos días el pasaporte francés auténtico del barón fue enviado a la embajada para visarlo con destino a Hamburgo y este se encargó de que afines a la causa carlista y amigos supiesen que estaría en la ciudad germana. Se hizo correr el rumor de que tal viaje al norte de Alemania tendría por objeto recibir a dos barcos españoles con 200 oficiales carlistas a bordo.

Toda esta treta se urdió, principalmente, con el objetivo de engañar a Charles Maurice de Talleyrand2,  a la sazón embajador francés en Inglaterra, pues había enviado espías para informar de todos los pasos de Don Carlos. Así pues también envió a varios de sus agentes a Hamburgo para espiar al barón. Así fue burlado el sagaz  Talleyrand .

El Obispo de León3  era el único de los afines a Don Carlos que apoyaba que el itinerario de vuelta a España del Pretendiente cruzase de norte a sur el país galo. El resto de consejeros recomendaban el viaje directo por mar y desembarcar en el Cantábrico.

Monsieur Talleyrand y el obispo de León, dos hombres influyentes para sus respectivos reyes.

Sin embargo el gobierno de la Regente María Cristina ya conocía a través de los periódicos de la pronta vuelta a España de Don Carlos. De tal modo en España se esperaba la entrada de Don Carlos a la península a través de los puertos Guipuzcoanos y Vizcaínos. Barcos ingleses, franceses y españoles vigilaban la costa cantábrica para evitar su  llegada a toda costa. Por este motivo el barón convenció a todos de que lo más seguro era ir por tierras francesas hasta España, pues de intentarlo a través del Cantábrico se corría un riesgo elevadísimo de perecer o caer preso de los cristinos.

El barón apremió a Don Carlos para que el viaje tuviese lugar cuanto antes, y Don Carlos fijó la fecha del  1 de julio como el día de partida hacia Francia.

Encontrar un óleo de la mansión Gloucester Lodge y el lugar exacto en el mapa antiguo de Londres fue una gran satisfacción.

Se acordó que la familia real partiría desde Portsmouth (el 22 de junio) hasta Londres, donde el gobierno inglés les asignó como residencia Gloucester Lodge, la mansión donde habitó George Canning4, antiguo ministro de asuntos exteriores de Inglaterra  durante el reinado de Jorge IV.

Está mansión estaba situada cerca de Old Brompton en el elegante barrio de South Kensington a poca distancia de Hyde Park5.

Don Carlos aprovechó los días que restaban hasta partir hacia Francia para hacer turismo por Londres y visitar todo lo que fuera digno de interés.

Mapa de Londres del año 1835. Al norte Hyde Park, al oeste Green Park y St. James Park. Marcado con chincheta la mansión.

Asimismo, el barón le dió las siguientes instrucciones  acerca de la relación que debía tener con las personas de su residencia el día de la partida, 1 de julio. Fueron éstas:

  • Don Carlos saldría con el señor Manuel Aznárez (antiguo agregado en la embajada de Cerdeña) a la hora del paseo, hora fijada:  las seis de la tarde.
  • En la primera plaza, a 1 milla de su residencia, cogerían un “coche simón” (carruaje precursor del taxi) que los llevaría a Welbeck-Street, junto a Cavendish Square. En una casa de esa calle les esperaría el barón y allí Don Carlos debería afeitarse el bigote y hacer teñir el pelo.
  • Al anochecer, se diría en Gloucester-Lodge que Don Carlos había regresado del paseo con una fuerte jaqueca  que le obligó a meterse en cama.
  • Tanto su médico personal como su ayuda de cámara, eran de todo confianza y estaban al tanto de la trama. Estos deberían entrar en sus aposentos y el primero escribiría una receta al supuesto enfermo que mandaría a casa de un boticario para que las personas de la servidumbre no dudaran de la indisposición del Infante (en la receta le prescribió baños de mostaza y sinapismos)6.
  • Doña Francisca de Asís (esposa de Don Carlos), la princesa de Beira y el Obispo de León  debían pasar varias horas al lado de la cama del enfermo.
  • Sólo ellos tendrían acceso al dormitorio de Don Carlos (ni siquiera los infantes hijos podrían entrar). Tampoco el gentil-hombre de cámara que sólo se mantenía fuera a la puerta del aposento.

En el caso de que se hubiese descubierto en Londres la partida de Don Carlos, se haría partir a dos gentilhombres en un carromato en dirección al castillo de Lulworth7 y publicar en los periódicos que Don Carlos había ido a visitar esa antigua residencia de Carlos X con el objeto de mudarse allí más adelante con su familia.

Lord George Canning y Maria Francisca de Assis da Maternidade Xavier de Paula de Alcântara Antonia Joaquina Gonzaga Carlota Mónica Senhorinha Soter e Caia de Braganza y Borbón, sobrina y primera esposa de Don Carlos.

En la mañana del día 1 de julio, tal y como se había planeado, se reunieron Don Carlos y el barón de los Valles para coordinar las últimas disposiciones  del viaje de incógnito.  El barón le dijo estas palabras: «Señor, este es el último homenaje que rindo a Su Majestad, a partir de esta noche cambiaremos de papel. V. M. tendrá que obedecerme a mi hasta que lleguemos a sus estados, y entonces cada uno volverá a ocupar su puesto».  Don Carlos contestó que consentía de todo corazón este cambio.

El barón fue seguidamente a despedirse de todas las personas de la corte comunicándoles que iba a partir para Hamburgo. El barón tomó un coche con dirección a la casa de Welbeck Street adonde llegó a las seis de la tarde. Don Carlos debía llegar allí media hora después. Sin embargo había pasado una hora y este seguía sin llegar, lo cual inquietó sobremanera al barón.

El motivo de su retraso fue la despedida de sus fieles, pero en especial de sus 3 hijos , hijos que no sabía si volvería a ver y de su mujer, cuya despedida si fue para siempre (fallecería en Alverstoke Rectory, Hampshire, en septiembre de ese mismo año).

A las siete y treinta llegó Don Carlos a la casa acompañado del fiel Aznárez. El barón le presentó a los dueños de la casa quienes se encargaron de afeitarle, teñirle el pelo y disfrazarle. Mientras el barón se ausentó para realizar algunos preparativos y cual sería su sorpresa al regresar a la casa de encontrarse allí al obispo de León y al secretario del obispo. Estos habían ido allí para entregar el sello real que Don Carlos había olvidado. El obispo de León aprovechó para convencer al Infante, in extremis, de que abandonara la intención de fuga por el peligro que corría. Pero Don Carlos insistió en que seguiría adelante pues algo le decía que la empresa tendría un final feliz. Así que poniéndose de rodillas ante el obispo le pidió su bendición.

A las doce de la noche Don Carlos ya disfrazado y el barón subieron al carruaje con destino a Brighton a donde llegaron a las siete de la mañana. En Brighton les esperaba un barco con su tripulación para llevarlos con destino a Francia.

Embarcaron a bordo del yate Lulworth8 que perteneció a  Joseph Weld y que fue comprado por el Pretendiente por la suma de 550.000 francos. Dicho barco era uno de los más bellos y veloces del club de yates.

La travesía duró unas doce horas, pero el mar estaba tan revuelto y las olas tan grandes que Don Carlos mareó durante casi todo el viaje. Hacía las cuatro de la tarde ya se veían las costas de Francia. Antes del desembarco el barón, que conocía bien las costumbres y leyes de su país, advirtió a Don Carlos de cómo proceder con los aduaneros. A las ocho de la noche desembarcaron en el puerto de Dieppe. La fuga de Inglaterra había sido un gran éxito. Ya estaba en suelo galo pero aún faltaba cruzar toda Francia.

CONTINUARÁ

1- La Isla de Trinidad fue conquistada por España en 1530 y paso a ser territorio de Inglaterra en 1802.

2. Talleyrand fue obispo, estadista, político y diplomático francés con gran influencia en el panorama nacional e internacional. Su último cargo público fue el de embajador de Francia en Londres y en 1838 se retiró al castillo de Valençay.

3. Joaquín Abarca y Blanque, Obispo de León, fue uno de los pocos representantes del alto clero que defendió la causa de Don Carlos. Desde su destierro en Portugal fue un personaje clave en su séquito, aunque provocó muchas intrigas y desde el punto de vista militar fue poco eficiente para la causa.

4. Por ironías de la vida George Canning fue quien más defendió y apoyo la Independencia de Hispanoamérica, hasta el punto de decir esta frase en 1824: «La cosa está hecha; el clavo está puesto, la América Española ya está libre; y si sabemos dirigir bien nuestros negocios, será británica

5. La mansión Gloucester Lodge fue demolida a principios del siglo XX. Aun queda una parte de su jardín y arbolado.

6. Para elaborar los sinapismos se utiliza harina de mostaza blanca, mezclada a partes iguales con agua formando una especie de cataplasma.

7. Castillo del siglo XVII situado en Dorset. Después de la Revolución Francesa , los miembros supervivientes de la familia real francesa fueron invitados a utilizar Lulworth como una de sus residencias en el exilio. Más tarde, Carlos X de Francia y su familia también se alojaron allí despues de la Revolución de julio de 1830. 

8. El nombre del yate es el mismo que el del castillo de Lulworth ya que dicho castillo pertenecía a la familia Weld casi desde sus orígenes.

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