El Asedio de Baler 1898
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En desarrollo
Marzo de 1899:
Tras varias semanas de relativa tranquilidad, los españoles planeaban un nuevo asalto a los filipinos. El día 28 fue llevado a cabo emboscando a los sitiadores desde una zanja. Si bien en un principio pudiese haber alzado la moral del destacamento, la respuesta filipina complicaría las cosas a los españoles en gran medida.
Todo el espacio del que los españoles gozaban alrededor de la iglesia, que les permitía recolectar y gozar de una posición de ventaja, sería recuperado por los filipinos. El día 30, Novicio comenzaba su venganza con disparos de fusilería por todos los costados de la iglesia apoyado con una nueva pieza de artillería. Al anochecer los filipinos pedían parlamento a toque de corneta. y dejaron cartas de Aguinaldo acompañadas de varios periódicos que informaban del final de la guerra entre españoles y americanos.
Los filipinos intentaron crear el máximo bullicio y estruendo posible, emplearon a la gente del pueblo para que los españoles pensaran que llegaba la hora del asalto final y acabaran rindiéndose., pero dicha táctica no logró amedrentar al destacamento español.
Abril de 1899:
A primeros de abril, los filipinos continuaban construyendo nuevos tramos de trinchera desde donde pudieron recolocar el cañón para gozar de una mayor campo de tiro.
El día 5 de abril, el almirante norteamericano George Dewey contestaba una carta del arzobispo de Manila, Bernardino Nozaleda y Villa, donde explicaba la situación del destacamento español en Baler y le pedía ayuda para socorrerlos por mar, confirmando que acudirían en auxilio de los españoles.
Dewey puso al mando de la misión al comandante Charles Stilman Sperry, que, tras reunir a sus hombres, zarpó a bordo del USS Yorktown rumbo a Baler. El día 11, el barco llegaba a la ensenada de la localidad filipina y lanzaba una salva a modo de saludo al destacamento español, quienes, al oír los cañones, pensaron que al fin llegaba una columna para socorrerlos.
Los filipinos no se lo pondrían nada fácil a los norteamericanos, pues no se había realizado una petición oficial del Gobierno español al Gobierno revolucionario filipino. Finalmente, el comandante Sperry aceptaba un plan propuesto por el alférez Standley, que consistía en acercarse sigilosamente para recabar información y dibujar un mapa de la zona, identificando el pueblo y las posiciones enemigas.
El día 12 llevaron a cabo el plan, pero algo no salió como estaba previsto. El bote de Gilmore se saltó un acuerdo verbal con los filipinos y se adentró más de la cuenta, siendo detectados por los estos, que no tardaron en emboscarlos, muriendo varios tripulantes norteamericanos. El bote acabó siendo capturado y, si no llega a ser por el teniente coronel filipino Simón Tecson, Gilmore y el resto de supervivientes hubieran sido fusilados. Tecson les ofreció un pacto: si conseguían que el destacamento español se rindiese, los dejaría en libertad.
El día 13, Vaudoit, un soldado norteamericano de origen francés superviviente a la emboscada, se acercaba a la iglesia vestido de marinero y portando bandera estadounidense. Una vez más, los españoles se negaban a deponer las armas. El día 20, un soldado español dio la alarma al oír en el silencio de la noche un ruido en el exterior de la iglesia. Vigil de Quiñones actuó rápidamente y, sacando su revólver por una de las ventanas, comenzó a disparar. Los filipinos, que trataban de incendiar la iglesia acabaron huyendo hacia sus trincheras.