El Frente del Este en general y la batalla por Sebastopol en particular se suelen ver como una titánica lucha entre Alemania y la Unión Soviética, y en la mayoría de los casos la participación de Rumanía -el país del Eje que más tropas no alemanas aportó a las campañas y que luego sería de los países aliados que más bajas tuvo durante le período 1944-45- queda soslayada o considerada como «menor». De hecho en la bibliografía sobre ese Frente no abundan los estudios sobre el ejército rumano que usen fundamentalmente fuentes rumanas. La propia historiografía rumana del período de la Guerra Fría tuvo prohibida la investigación en el período 1940-1943, y solo se dedicó a ensalzar las virtudes comunistas de Rumanía a partir de ahí. Destaca por lo tanto, el libro de 1995 Third Axis Fourth Ally. Romanian Armed Forces in the European War, 1941-1945, de Mark Axworthy, Cornel Scafes y Cristian Craciunoiu. Una rara avis.
La experiencia rumana en la Gran Guerra le hizo pensarse dos veces sus alianzas y su rearme en los años 30, de modo que se fue inclinando progresivamente a una alianza, primero con Polonia y luego con Alemania, a la vista de los éxitos que en 1938 y 1939 ésta obtuvo en el plano diplomático y militar. El Pacto del Petroleo que firmaron Rumanía y Alemania el 29 de mayo de 1940 selló el acuerdo: petroleo y comida a cambio de armas. El 26 de junio de 1940 la Unión Soviética requirió la cesión de Besarabia y Bucovina -de mayoría étnica rumana- a lo que Rumanía tuvo que acceder -Alemania ya había accedido en las cláusulas secretas del pacto Molotov-Ribbentrop. Esa nueva frontera con la URSS nunca fue pacífica y los tiroteos eran cosa común, así como incursiones soviéticas en busca de prisioneros, la violación del espacio aéreo rumano por parte de aviones soviéticos e, incluso, el 26 de octubre incluyó el ataque a varias islas rumanas del delta del Danubio por parte soviética, con abundante apoyo aéreo y naval. El 3 de julio Rumanía públicamente renunció a las alianzas que tenía con Gran Bretaña y Francia y anunció que se adhería al Nuevo Orden Europeo alemán. El 15 de julio Hitler y Mussolini ordenaron a Hungría y Rumanía que resolvieran sus diferencias sobre Transilvania de forma pacífica, pero no lo consiguieron. De este modo Alemania e Italia decidieron que el norte de Transilvania sería para Hungría y ordenaron a Rumanía su evacuación inmediata. En las fronteras entre Hungría y Rumanía 254 choques armados tendrían lugar entre septiembre de 1940 y agosto de 1944. Los rumanos siempre dejaron dentro de su territorio un ejército y los húngaros dos, incluso en los momentos de mayor implicación en la campaña contra la Unión Soviética. El 7 de septiembre de 1940, cediendo a presiones alemanas, la provincia del Sur de Dobruja fue entregada a Bulgaria. Rumania perdió con todas esas cesiones 6.758.954 habitantes, la mitad de ellos étnicamente rumanos, descendiendo su población desde los 19.934.000 a 13.291.434 de habitantes. Para Rumanía la guerra con la URSS no significaba lo mismo que para Alemania.
Durante los años 30 la gran mayoría de fuerzas políticas (sumando el 81% de los votos) eran de tendencia derechista y fuertemente nacionalistas. El propio rey Carol II fue socavando los principios constitucionales del país y construyendo su propia versión de un régimen dictatorial, siguiendo el modelo de Hitler y Mussolini. Una organización de extrema derecha, la Guardia de Hierro, fue ganando adeptos y presencia cometiendo actos de terrorismo contra el Estado, llegando a asesinar a varios primeros ministros. En ella se apoyaría Ion Antonescu para gobernar y sustituir en el poder al rey Carol, una vez que este cedió a todas las demandas de soviéticos y alemanes que llevaron a las pérdidas territoriales antes reseñadas. Carol tuvo que abdicar en su hijo, Mihail I, y exiliarse del país, pero el poder pasó efectivamente a manos de Antonescu, que había sido jefe del Estado Mayor y un militar destacado y reconocido por su profesionalidad y dureza. Su título sería de «Conducator» (líder), de pura cepa fascista. El 25 de noviembre de 1940 Rumanía se incorporaría al Pacto Tripartito de Alemania, Italia y Japón.
Antonescu había procurado desde 1933, siendo Jefe de Estado Mayor, iniciar un programa de rearme de Rumanía, con vistas a poder enfrentarse a sus enemigos naturales, los húngaros. El objetivo del programa de rearme, lanzado en 1935 era equipar 22 divisiones de infantería, 3 de caballería, 3 brigadas de infantería de montaña y formar una brigada motorizada y varias unidades de infantería y caballería de reserva. Tras la Gran Guerra el equipo el ejército rumano era una mezcla de armas francesas, rusas y alemanas que había que modernizar y estandarizar, contando con la inexistencia de una industria de armamentos autóctona. Checoeslovaquia y Francias serían los principales suministradores de armas, una vez que empezó la guerra el material francés que nunca llegaría fue reemplazado por equipo capturado por los alemanes en Polonia y cedido bajo el Pacto del Petroleo. Durante toda la guerra una de las debilidades de las divisiones rumanas sería su artillería, más vieja y más ligera de lo normal para las tropas alemanas o soviéticas -por eso en Von Manstein’s Triumph existe la restricción de solo usar una carta de Apoyo al Combate de Artillería de Campaña si hay presentes bloques rumanos en el combate.
El 20 de junio de 1940 Rumanía tenía movilizadas todas sus tropas disponibles vista la situación de acoso y aislamiento internacional a la que la sometieron Hitler y Stalin, y sus vecinos -Hungría y Bulgaría- sedientos de botín. Cuatro ejércitos con un total de 24 divisiones de infantería, 3 de caballería, 4 brigadas de montaña, 2 brigadas de fortaleza, 1 brigada independiente de caballería, 1 brigada motorizada, 1 brigada de guardas de costa, 8 divisiones de infantería de reserva, 1 de caballería de reserva y 5 regimientos de guardias fronterizos: cerca de 1.200.000 hombres en armas. En noviembre de 1940, debido a las pérdidas de territorios, hubo que desbandar 3 divisiones de infantería y 3 divisiones de infantería de reserva, pues sus soldados ya no pertenecían a Rumanía y debieron ser devueltos a sus nuevos países. Además varias otras divisiones perdieron entre 1 y 3 batallones por el mismo motivo. Por mucho deseo de revancha que las tropas rumanas tuvieran a esas alturas, lo cierto es que no estaban preparadas para inicial acciones ofensivas, el equipo adquirido se había integrado en una doctrina que seguía a pie de juntillas la doctrina francesa y buscaba más la defensa del territorio nacional más que la victoria ofensiva. El 17 de septiembre de 1940 Antonescu formalmente solicitó a Hitler que enviara una misión militar para enseñar sus tácticas y doctrina a las tropas rumanas y desde octubre tropas alemanas fueron entrando en Rumanía para cumplir dicha misión y a la vez ir acantonándose para el inicio de la ofensiva Barbarroja contra la Unión Soviética. La infantería rumana se aclimató rápidamente a las nuevas tácticas y doctrina pero la artillería se mostró más reticente a abandonar las técnicas y tácticas aprendidas de la doctrina francesa. La realidad del campo de batalla luego en Odessa les enseñó que debían coordinar mejor ambas armas.
Las divisiones de infantería rumanas eran triangulares (tres regimientos a tres batallones cada uno) y, en teoría tenían 5 batallones de artillería, pero 3 de ellos eran de piezas ligeras de 75 mm y los otros 2 solo tenían 2 baterías de obuses de 100 mm, en vez de las tres baterías habituales por batallón. Los ejércitos rumanos 3º y 4º apoyaron al 11º ejército alemán en su avance por Besarabia y Ucrania, uno a cada flanco. El 4º Ejército lucharía su primera gran batalla asediando el puerto de Odessa, hasta el 16 de octubre, y elementos del 3º llegarían casi hasta Rostov en ese otoño de 1941. A medida que el 11º Ejército alemán fue avanzando por Ucrania se hizo necesario ocupar Crimea para evitar dejar una región tan extensa en manos soviéticas y a la retaguardia del avance principal por Ucrania. En cuanto Manstein trató de entrar en Crimera por el itsmo de Perekop se dio cuenta de que necesitaría más tropas para cubrir las extensas costas de la península. Su petición a Antonescu para redirigir el Cuerpo de Ejército de Montaña (formado por las divisiones de montaña 1ª y 4ª y la 8ª de caballería) fue aceptado sin rechistar y luego la implicación rumana en la campaña se ampliaría aumentando el número de divisiones de infantería que se desplegarían en la península (VII Cuerpo de Ejército con las divisiones 10ª, 18ª y 19ª). Durante los ataques iniciales a la fortaleza de Sebastopol los rumanos cubrieron los flancos del esfuerzo principal realizado por cuatro divisiones alemanas desde el norte y noreste del perímetro de la fortaleza. El fracaso de esos ataques y los desembarcos soviéticos en la península de Kerch, que casi cercaron y aniquilaron a la 46ª división de infantería alemana pusieron fin a los ataques sobre el puerto-fortaleza hasta la siguiente primavera.
En la Operación Trappenjagd dos de las divisiones de infantería (10ª y 19ª) hicieron ataques de diversión en el sector norte del frente mientras que elementos de caballería motorizada formaron el núcleo principal de la brigada motorizada Grodek que junto a elementos de la 22ª división panzer explotaron la brecha inicial del frente soviético derrotaron a los ejércitos soviéticos en la península de Kersch de manera fulminante. El Cuerpo de Montaña ocupó, en el ataque final a Sebastopol el centro de la línea, entre los cuerpos alemanes XXX y LIV, y se enfrentó al terreno más agreste de todo el sector defensivo de la fortaleza. Las dos divisiones de montaña rumanas lucharon duramente hasta abrirse camino y conseguir romper las defensas exteriores de la fortaleza. En la batalla final por la fortaleza las fuerzas rumanas tuvieron 8.454 bajas, desglosadas en 1.597 muertos, 6.571 heridos y 277 desaparecidos. En Von Manstein’s Triumph no hay distinción entre las tropas alemanas y rumanas -salvo la ya señalada falta de apoyo artillero- y dos de las tres divisiones presentes son las dos divisiones de montaña, que tienen la «ventaja» de poder mover dos zonas con una orden de asalto y combatir, lo cual las hace unidades más flexibles y tremendamente útiles cuando la situación de combate se vuelva más fluida tras romper la primera línea de fortificaciones soviéticas.
Pongo fin a esta entrada que quería servir como un pequeño homenaje a una fuerzas armadas que suelen ser muy denostadas -los alemanes siempre se quejaron mucho de sus aliados y los rumanos no iban a ser una excepción- y que están poco reconocidas a pesar de que libraran duros combates y consiguieran victorias tan merecidas como todas las demás. La falta de entrenamiento, equipo pesado -y sobretodo material antitanque- y preparación de oficiales y suboficiales serían males endémicos de los ejércitos rumanos que acabarían pasando factura en las estepas al norte y sur de Stalingrado, pero eso es otra historia.