Los dacios al igual que hicieron los romanos con sus sacerdotes feciales invocando la necesidad de la guerra como justa y pía, también siguieron sus ritos para asegurarse el favor en su caso del dios Zalmoxis.

Los dacios y getas no practicaban un religión politeísta al estilo de otros pueblos de la Antigüedad, sino que practicaban una religión henoteísta. ¿Qué quiere decir esto?. Pues simplemente que se reconoce la existencia de varios dioses, pero solo uno de ellos es suficientemente digno de adoración por parte del fiel. Podríamos decir que es como un monoteísmo que permite la existencia de más dioses aparte del principal, que en el caso de los dacios era su dios Zalmoxis.

Los romanos se sorprendieron de la ferocidad de los dacios y de la forma casi despreocupada con la que entregaban sus vidas en la batalla. Esto era debido a que los dacios creían en la inmortalidad, en una vida después de la muerte terrenal junto a su dios Zalmoxis.

Dirá Heródoto, refiriéndose a los mencionados getas, que “se creen inmortales”, ya que “creen que no mueren y que si alguno perece, marcha al encuentro de Zalmoxis, un ser sobrenatural”.

Respecto a la importancia de la creencia en esa vida de ultratumba, Heródoto nos indica el llamativo ritual realizado por los Getas, quienes cada cuatro años, fecha no casual como se puede observar, un guerrero se lanzaba contra tres lanzas o picas para morir insertado por ellas y así servir de mensajero para su divinidad, ya que su alma llegaba hasta el refugio subterráneo de Zalmoxis para indicarle que era momento de dejar de permanecer oculto y volver. Cabe decir que el ritual era tomado muy en cuenta, pues si el sacrificado no moría era mal considerado dentro de la comunidad y el ritual debía volver a repetirse.

Dice Herodoto: » Cada cuatro años envían a un mensajero elegido por sorteo, a entrevistarse con Zalmoxis… los encargados de enviarlo sostienen tres venablos, mientras que otros lo cogen de las manos y de los pies, y tras balancearlo en el aire, lo echan sobre los venablos. Si como es lógico, muere al ser atravesado, consideran que la divinidad les es propicia. Pero si no muere lo insultan y tildan de ser un malvado….«

Así que suponemos que incluso antes de enviar a Diegis como embajador a Roma a la corte de Trajano los dacios enviaron mensajeros más allá de la muerte para contactar con Zalmoxis y comunicarle la importancia de conseguir su apoyo divino en la guerra que se aproximaba contra ese nuevo emperador que no parecía estar hecho de la misma pasta que sus antecesores, Domiciano y el decrépito Nerva.

El gran rey Dekebal, cuyo significado sería algo así como »Fuerte como diez hombres» ( etimológicamente proviene del proto-indoeuropeo dekm (diez) y bal (fuerte) ) se dirige delante de sus oficiales, guardia real y tropas escogidas al mensajero que ha tenido el honor de ser seleccionado y que esta noche estará sentado junto a Zalmoxis en su paraiso.

• Querido muchacho, esto es lo que le pido a Zalmoxis: lluvia para la tierra de mi pueblo, unión eterna y paz entre nosotros, ¡Y Victoria frente al enemigo!.

Entre cuatro familiares y amigos del mensajero y elegidos por él para disfrutar del honor de ayudarlo a llevar el mensaje a Zalmoxis, cogen el cuerpo del muchacho que intenta mantenerse todo lo rígido posible. Lo lanzan contra lanzas dispuestas en el suelo, delante del Rey Decébalo y del Sumo sacerdote Bacilis.

El sacerdote Bacilis se acerca al cadaver del mensajero que ha tenido una muerte rápida y buena, esto es una excelente señal de que el mensaje del rey Decébalo llegará a Zalmoxis.

• ¡El mensaje ya esta en camino!

Proclama Bacilis y los guerreros dacios hacen sonar sus escudos con el batir de sus espadas curvas.

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Fuente:

ELIADE, M. Bajo el signo de Zalmoxis, Universidad de Zaragoza, 2008, Zaragoza

Película Los Dacios de 1966 del director Sergiu Nicolaescu